Dr. Alberto Pochettino, Cirugía Cardiovascular, Mayo Clinic: Soy el Dr. Alberto Pochettino, cirujano cardiovascular y especialista en el tratamiento de enfermedades aórticas en Mayo Clinic de Rochester, Minnesota. Para que sea más fácil explicar algunos de los procedimientos quirúrgicos que hago, primero veamos la aorta. La aorta es un gran vaso sanguíneo que transporta sangre desde el corazón a todo el cuerpo. Lo más simple es dividir la aorta en cuatro segmentos: aorta ascendente, arco aórtico, aorta torácica descendente y aorta abdominal. La aorta ascendente empieza en el corazón y la raíz aórtica contiene la válvula de la aorta y el principio de las arterias coronarias. Luego, la aorta ascendente adquiere una forma tubular y llega a la base del cuello. Allí, la aorta forma un arco en dirección a la columna vertebral. En el arco aórtico nacen tres ramas que transportan sangre al cerebro y los brazos. Desde el arco aórtico, baja la aorta torácica descendente a lo largo de la columna vertebral. Cuando pasa por el diafragma o músculo que separa el pecho del abdomen, cambia de nombre a aorta abdominal. En la pelvis, la aorta se divide para formar las dos arterias ilíacas.
La enfermedad que más veo es el aneurisma aórtico. El aneurisma es una dilatación de la aorta y cuanto más se agranda, también más se afina. Cuanto más se afina, mayor probabilidad hay de que se rompa, muy similar a lo que ocurre con un globo demasiado inflado que corre riesgo de reventar. Otra enfermedad de la aorta que a menudo se presenta ante un aneurisma es la disección aórtica. La aorta tiene tres capas: una capa interna fina que impide que la sangre se coagule, una capa muscular intermedia que provee integridad a la estructura del vaso sanguíneo y una capa externa de fibras duras que sostiene todo en su lugar. La disección es un proceso en el que la capa interna de la aorta sufre un desgarro. Eso empuja la sangre hacia la capa muscular intermedia y la rompe. Se crea, entonces, un nuevo canal o falsa luz, que es diferente a la luz verdadera o vía por la que la aorta debería transportar la sangre. A medida que la sangre continúa fluyendo por la falsa luz, esta crece hasta alcanzar una ramificación sanguínea. En ese momento, el tejido puede desgarrarse y conectar la falsa luz con la verdadera, o la falsa luz puede comprimir la rama del vaso sanguíneo e interrumpir el flujo de la sangre por esa vía. La implicación de que el flujo sanguíneo esté comprometido constituye una urgencia máxima porque los vasos sanguíneos que se ramifican desde la aorta abastecen órganos como el corazón, el cerebro, los riñones, el hígado y el intestino. El compromiso de esos vasos sanguíneos puede llevar a un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular y la insuficiencia de un órgano. Por último, cuando la disección compromete la válvula aórtica, se produce una insuficiencia cardíaca aguda. La sola naturaleza de la disección aórtica debilita la pared de la aorta y la pone en riesgo de romperse. Por lo tanto, una disección que abarca la aorta ascendente y se clasifica como disección tipo A siempre requiere una cirugía urgente.
¿Por qué ocurre esto? En las enfermedades de la aorta intervienen tres participantes. El primero es una anomalía estructural de índole genética. Es decir, la aorta se formó mal. La clásica enfermedad genética que lleva a un aneurisma en la aorta y a la disección aórtica es el síndrome de Marfan. En cambio, la anomalía genética más común en el aneurisma de la aorta ascendente es una válvula aórtica bicúspide. El segundo participante es el aceleramiento de una lesión por aterosclerosis. Este también puede ser un problema genético, aunque a menudo se presenta por hipertensión sostenida combinada con colesterol alto, hábito de fumar, obesidad y, a veces, diabetes. El participante menos frecuente es una enfermedad inflamatoria, como una vasculitis o hasta una infección.
¿Qué se puede hacer para evitar una catástrofe como la disección? Si hay antecedentes familiares de una enfermedad aórtica o presión arterial alta, o si tienes un soplo cardíaco, vale la pena comenzar con un ecocardiograma o ecografía del corazón y la aorta ascendente. Si el ecocardiograma sugiere alguna enfermedad de la aorta, se puede hacer una exploración por tomografía computarizada. Una vez identificado un aneurisma, hay que decidir cuándo es oportuno intervenir quirúrgicamente. En la aorta ascendente, un aneurisma que mide más de 5,5 centímetros amerita cirugía en todos los pacientes. En presencia de una válvula aórtica bicúspide, el criterio para la cirugía es de 5 centímetros. Ante anomalías genéticas, como el síndrome de Marfan, un aneurisma de 4,5 centímetros amerita cirugía. La parte de la aorta donde está el aneurisma se reemplaza con un injerto de dacrón. Al nivel de la raíz, una válvula aórtica normal puede rescatarse dentro de un conducto de dacrón. Esta operación se conoce como reemplazo de la raíz con conservación de la válvula. Cuando la válvula es anormal, se la puede reemplazar con una biológica o mecánica, al mismo tiempo que la aorta. En el reemplazo de la aorta ascendente, suele ser necesario sustituir una parte del arco aórtico. El arco aórtico es particularmente importante debido a la rama que provee sangre al cerebro. Por ello, las técnicas para reemplazar la aorta en esa zona deben proteger la función cerebral. En la aorta torácica descendente, el tamaño indicado para hacer el reemplazo quirúrgico es entre 5,5 y 6 centímetros. Se suele reemplazar la aorta torácica descendente mediante técnicas endovasculares, con buenos resultados. El aneurisma endovascular se repara con un injerto de dacrón que se coloca a través de una arteria periférica y se lo sujeta con un estent metálico. Para acceder a la arteria periférica, hay que hacer una incisión pequeña sin necesidad de abrir el pecho ni el abdomen. Los últimos aneurismas y los más complejos son los de la aorta torácica y abdominal. Se los conoce como aneurismas de la aorta toracoabdominal. La mayoría de estos requiere una cirugía abierta para ingresar tanto al pecho como al abdomen y hacer la reparación. Aplica el mismo criterio de 5,5 a 6 centímetros de tamaño. Hay que emplear técnicas para minimizar el riesgo de paraplejia que puede ocurrir con la reparación de la aorta torácica o toracoabdominal. La tecnología continúa en desarrollo para lograr reparar más de estos complejos aneurismas de forma endovascular.
En resumen, Mayo Clinic cuenta con las técnicas para reparar todos los segmentos de la aorta, sea de forma abierta o endovascular. Un equipo multidisciplinario evalúa al paciente y se puede reparar cualquier parte dañada de la aorta.