El calabacín es un tipo popular de calabaza de verano. Tiene un sabor suave y se asemeja a un pepino. Con el calabacín rallado se pueden hacer panes y pasteles más húmedos. Además, es excelente para agregarlo a sopas, salsas y cazuelas.
Precalienta el horno a 350 °F (177 °C). Recubre ligeramente dos moldes de pan de 9 × 5 pulgadas (23 × 13 cm) con aceite en aerosol.
En un tazón grande, añade las claras de huevo, el aceite de canola, la compota de manzana, el azúcar y la vainilla. Con una batidora eléctrica, bate la mezcla a velocidad baja hasta que quede espesa y espumosa.
En un tazón pequeño, mezcla las harinas. Reserva 1/2 taza. Agrega el polvo de hornear en el tazón pequeño donde está la harina.
Agrega la mezcla de harinas del tazón pequeño a la mezcla de claras de huevo. Con la batidora eléctrica a velocidad media, bate hasta que se mezclen bien. Añade el calabacín, las nueces y la piña. Revuelve hasta que todo esté integrado.
Ajusta la mezcla con la 1/2 taza de harina restante, añadiendo 1 cucharada a la vez. La mezcla debe quedar espesa y no cremosa.
Distribuye la mezcla de manera uniforme entre los dos moldes preparados.
Hornea durante 50 minutos aproximadamente, hasta que al insertar un palillo en los centros de los panes, este salga limpio. Deja enfriar el pan en los moldes durante 10 minutos sobre una rejilla.
Desmolda los panes y colócalos sobre la rejilla. Deja que se enfríen. Corta cada pan en 9 rebanadas de 1 pulgada (2,5 cm) y sírvelos.
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