"No existen dos personas iguales", agrega el Dr. Mardini. "Pero todos los recorridos comienzan igual. Un equipo de médicos de diferentes disciplinas (cirugía plástica, neurología, cirugía plástica ocular, oftalmología, medicina física, rehabilitación física) se centra en el paciente, y todos nos reunimos al final de las visitas para analizar las necesidades y los deseos de cada paciente. Luego, planificamos un curso de tratamiento adaptado específicamente al paciente", dice. "Es común que las personas acudan a nosotros como último recurso. Son muy pocos los casos en los que no podemos ofrecerles nada".
El Dr. Mardini también es líder mundial en cirugía craneofacial y de fisura labial y palatina, suele viajar por el mundo para realizar sus procedimientos innovadores a quienes necesitan su experiencia, pero no tienen acceso a una atención médica de especialidad. En otros lugares, la experiencia puede estar presente, pero faltan determinados recursos. En esas situaciones, el Dr. Mardini y su equipo comparten la experiencia y el conocimiento especializado con otros cirujanos de esos lugares, y también ofrecen recursos para la atención médica de los pacientes. Mientras que un paladar o labio hendido no pone en riesgo la vida, sin una cirugía la deformidad limitará la capacidad del niño para interactuar con otras personas de forma normal. Además, las funciones básicas como el habla y la alimentación se verán afectadas y limitarán gravemente el potencial futuro. "Podemos cambiar el curso de la vida de un niño en apenas dos horas", dice el Dr. Mardini.
Después de completar su residencia en Cirugía plástica en la Universidad de Georgetown, el Dr. Mardini aceptó su fellowship en uno de los centros más reconocidos del mundo para microcirugía reconstructiva y cirugía craneofacial, del labio leporino y la fisura palatina, el Centro de Microcirugía de Chang Gung en Taiwán. Al trabajar junto con el legendario Dr. Fu-Chan Wei, el conocimiento del Dr. Mardini sobre la reanimación facial y la microcirugía reconstructiva aumentó exponencialmente. Se dedicó por completo a la microcirugía craneofacial, enfocándose en la reconstrucción de cabeza y cuello. Esa formación intensiva llevó al Dr. Mardini a ser coautor, junto con el Dr. Wei, de uno de los libros de referencia más importantes en la cirugía plástica, Flaps and Reconstructive Surgery (Colgajos y cirugía reconstructiva), del que se han publicado dos ediciones hasta la fecha.
"La única manera en que esto podía funcionar era teniendo una institución que continuara apoyando nuestros esfuerzos, a pesar de tener muy en cuenta las posibles complicaciones. Sin eso, no habría sido posible lograr una tarea de esta magnitud".
El Dr. Mardini se incorporó al centro de Mayo Clinic de Rochester, donde, en el 2016, sus años de formación y perfeccionamiento culminaron en una de las mayores hazañas médicas realizadas hasta la fecha: el primer trasplante facial en Mayo Clinic. "La mayoría de los procedimientos son algo que ya hemos hecho miles de veces", dice el Dr. Mardini. "En cambio, el trasplante facial es algo que solo se ha hecho unas pocas docenas de veces en todo el mundo. Este fue el primero que hicimos nosotros". Andy Sandness, el primer paciente de trasplante facial del Dr. Mardini ya se había sometido a varias cirugías de nervios faciales, craneofaciales y reconstructivas durante muchos años para reconstruir la anatomía y la función de su cara. Sin embargo, su aspecto solo podía restaurarse hasta cierto punto. La única manera de darle a Andy un rostro con aspecto y función normales era realizar un trasplante facial. La cirugía de trasplante facial es una cirugía reconstructiva que implica trasplantar partes nuevas, en lugar de crearlas en el rostro afectado. Lo que se buscaba era darle a Andy una oportunidad de tener una vida normal, en la que pudiera intercambiar una sonrisa recíproca con un niño.
Durante más de cincuenta sábados, el Dr. Mardini reunió a un equipo élite de cirujanos de Mayo Clinic de distintas especialidades: cirugía plástica, trasplantes, microcirugía, craneofacial, y médicos de anestesiología, dermatología, inmunología, radiología, psicología, odontología, así como un equipo de apoyo de primera categoría. Cada fin de semana intercambiaban ideas y analizaban nuevas técnicas. Dominaban cada paso en la preparación del trasplante. El Dr. Mardini incluso hacía que una empresa de impresión y modelado tridimensional viajara a asistirlos todos los fines de semana. "Analizábamos la anatomía desde aspectos que nunca hubiésemos imaginado", dice. "Nuestro entendimiento del rostro creció exponencialmente. Ahora utilizamos ese conocimiento en nuestras cirugías diarias".
Durante una exigente operación de 56 horas, el Dr. Mardini y el equipo hicieron todo lo posible por crear un ambiente similar al de otras cirugías. Un miembro del personal de enfermería que asistió durante el trasplante facial dijo: "Pensé que entraría a la sala y me parecería una locura, pero fue un día como cualquier otro". El Dr. Mardini agrega: "La música sonaba como siempre. Los participantes se desempeñaban con un nivel de destreza tan alto, que uno hubiera pensado que ya habían realizado ese procedimiento miles de veces antes. Básicamente, habían hecho la cirugía en cada uno de los cincuenta sábados que pasaron juntos, estudiando anatomía, obsesionándose con cada detalle y repasando meticulosamente la cirugía como si fuese una sinfonía. Esos cincuenta sábados fueron clave".
"Lo que distingue a Mayo Clinic es la capacidad de formar equipos", dice el Dr. Mardini. "Mayo Clinic tiene un programa increíble y sólido para el trasplante de órganos, compuesto por cirujanos de primera clase, médicos y otros especialistas que cuidan de quienes necesitan un trasplante, por lo que ya contábamos con la infraestructura y el apoyo necesarios. Tenemos un reconocido equipo de cirujanos especializados en la reconstrucción facial, que fueron capaces de crear tanto el aspecto estético como el funcional en el rostro de Andy. Más allá de la cirugía, tuvimos la fortuna de formar el equipo de atención médica de Andy con tantas especialidades diferentes", dice. "Sin embargo, la única manera en que esto podía funcionar era con una institución que tuviera muy en cuenta las posibles complicaciones, pero continuara apoyando nuestros esfuerzos. Sin eso, no habría sido posible lograr una tarea de esta magnitud". El Dr. Mardini destaca el apoyo que Mayo Clinic les brindó a él y a su equipo a cada paso del camino.
"Creo que disfrutar de otras personas es la clave para ser feliz en esta vida".
Como uno de los cirujanos más destacados del mundo en cirugía plástica y reconstructiva, el Dr. Mardini se apoya en sus colegas. "Una de las cosas que más disfruto de Mayo Clinic es estar rodeado de gente brillante y poder aprovechar sus ideas, su razonamiento y sus experiencias. Mi deseo es ofrecer a cada paciente que atendemos lo último en tecnología y las innovaciones más recientes. Con Andy, el trasplante facial fue la máxima expresión de ese objetivo que nos planteamos. Este enfoque único hace que los resultados de los pacientes alcancen otro nivel", dice. El Dr. Mardini es uno de los mayores perfeccionistas del mundo: "Cada decisión y cada sutura deben ser perfectas. Si no lo logramos, hay que intentarlo de nuevo. Una cirugía puede durar pocas horas, pero la persona vivirá con los resultados por el resto de su vida. Eso es algo que nos tomamos muy en serio".
Debido a la hinchazón postoperatoria normal, el Dr. Mardini esperó un mes antes de darle a Andy la oportunidad de mirarse en el espejo. "Cuando se vio, no lo podía creer", dice el Dr. Mardini. Le pidió a Andy que les dijera qué sintió al verse en el espejo por primera vez. Andy todavía tenía una traqueostomía, por lo que no podía hablar, pero escribió su opinión rápidamente en un cuaderno: Superó ampliamente mis expectativas. "Para nosotros —dice el Dr. Mardini con los ojos llenos de lágrimas— eso lo valió todo".
El procedimiento tenía sus riesgos y el Dr. Mardini estaba agradecido de que Andy hubiera confiado en él y su equipo. "Ahora, Andy ya se casó y formó una familia. Somos grandes amigos", dijo el Dr. Mardini. "Es valiente, considerado, amable. Es generoso. Realmente es uno de mis héroes".
El futuro del trasplante facial se basa en innovaciones en la cirugía de los nervios faciales y la microcirugía. La reconstrucción facial, la inmunoterapia y la modulación inmunitaria. "Estamos aprendiendo tanto acerca de los nervios faciales y la regeneración de nervios que el crecimiento en esta área será enorme", sostiene. "Es fundamental integrar las nuevas tecnologías en la reconstrucción facial. Por ejemplo, estamos trabajando en un dispositivo que permite recrear el parpadeo. Implica usar dispositivos implantables para lograr el parpadeo en lugar de hacer varias cirugías grandes para recrear la función de los nervios faciales. Estamos trabajando en crear una sonrisa en toda la cara, que incluya la boca, el labio inferior y los ojos. Lo verdaderamente importante para el campo del trasplante facial es poder modular el sistema inmunitario para evitar el rechazo del órgano. Cuando finalmente se logre, los cirujanos podrán trasplantar partes del rostro como la nariz, los párpados o, incluso, las cejas".
Ante la pregunta de qué lo inspira, su respuesta es simple: "Creo que disfrutar de ayudar a otras personas es la clave para ser feliz en esta vida. Los niños me hacen reír, me dan alegría y felicidad. Su inocencia, su incapacidad para filtrar las cosas, su pasión y entusiasmo por todo es algo realmente maravilloso, espectacular y agradable".
¿Qué le da esperanza? "La tecnología me da esperanza. La ciencia me da esperanza. Pero la colaboración que tenemos en Mayo Clinic me hace creer que todo es posible". El Dr. Mardini se queda callado por un momento. Luego, añade un último comentario: "En Mayo Clinic, nos enfocamos en lograr grandes avances. Pero la auténtica alegría que sentimos al brindar cuidados a las personas… es un privilegio".