Cuando los médicos me dijeron que tenían que amputarme el brazo, mi familia y yo coincidimos en que no íbamos a permitir que esto me detuviera.
El médico me dijo: “No hay nada con lo que vayamos a reemplazar la mano, pero te daremos todos los recursos necesarios para que tu capacidad funcional sea tan normal como siempre fue”, y ese mensaje me pareció muy positivo, porque le respondí: “Estoy listo, hagámoslo”.
Desde el principio, decidí que era algo que podía hacer. Puedo hacer todo lo que quiera, y no perderé mi tiempo lamentándome. Usaré ese tiempo para aprender a hacer las cosas de otra manera y a hacer todo lo que quiero.
Inmediatamente después de la amputación, tuve mucho dolor fantasma.
Podía sentir la mano, la que me habían amputado, y que estaba apretando el puño muy fuerte.
Con el tiempo, ese dolor fue desapareciendo.
El cerebro sigue comunicándose con el brazo que ya no está. Eso me parece muy interesante.
El especialista en prótesis es una persona sumamente importante dentro del equipo.
Hizo un yeso a partir de la extremidad residual y lo usó para armar mi prótesis.
El especialista en prótesis tiene que estar contigo durante todo el proceso y decirte cosas como: “¿Sientes que funciona bien para ti?”, y si la prótesis no funciona, “¿Qué podemos hacer para que funcione mejor?”. Lleva algo de tiempo, pero vale la pena.
La prótesis que tengo consiste en un brazo y una mano artificiales con un codo mecánico. La parte de plástico llega hasta arriba del hombro y tiene una correa que rodea el cuello y pasa por debajo del brazo. Con los hombros, puedo abrir y cerrar la mano hasta cierto punto y agarrar objetos.
He tenido una gran variedad de dispositivos que se colocan en el extremo del brazo. Lo bueno que tiene el dispositivo que uso todos los días es que cuenta con una superficie amplia para agarrar objetos, además, puedo ajustar el nivel de opresión del agarre. El gancho es como el instrumento estrella. Es resistente y simple. Es excelente para pescar, cazar, cortar leña o simplemente hacer cosas con piezas muy pequeñas. Me encanta cuando estoy fuera de casa y un niño pequeño me ve y hala del pantalón de uno de sus padres y le dice: “Mira, es el capitán Garfio”. Luego, los padres lo regañan y yo lo miro y actúo como un pirata. Sé que eso le alegra el día al niño.
Tengo puesta una de mis tres prótesis principales. Suelo cambiar de prótesis durante el día. Solo me toma un par de minutos, y ya estoy listo para seguir con mi próxima tarea. Me enteré de que la empresa que fabrica todo este material protésico iba a sacar una mano nueva. Tiene un pulgar móvil y eléctrico, por lo que puede ofrecer varios tipos diferentes de agarre. Además, tiene una apariencia muy estética.
La terapeuta ocupacional me ayudó mucho. Me contagió la actitud positiva de que, “pase lo que pase, puedes hacerlo. Solo hay que abordar cada problema a medida que aparece y preguntarnos cómo podemos hacer las cosas de manera diferente”. Me senté frente a la computadora y pensé: “No voy a poder escribir como antes. Pero ahora escribo con una sola mano”. Como cualquier otra cosa, solo se necesita práctica para recuperar la velocidad. Toda mi vida fui diestro, usaba la mano izquierda solo para empujar o sujetar, por lo que tuve que convencer a mi mano izquierda y decirle que teníamos que transferirle todas las habilidades de la mano derecha, y la verdad es que ha hecho un buen trabajo. La capacidad que tiene el cerebro para transferir es increíble.
Toda mi vida me ha encantado cazar y practicar tiro al blanco. Desde el principio, pensé: “Quiero seguir haciéndolo. Voy a encontrar la manera de hacerlo”. Tomamos una cuerda de paracaídas e hicimos un asa que podía agarrar con mi prótesis para así tener más control sobre el arma. Pude modificar la corredera de mi escopeta para poder ponerle más cartuchos.
Puedo hacer todo lo que quiera. Me instalaron una perilla en el volante que tiene tres interruptores debajo. Uno de ellos es para activar los indicadores de giro, otro para prender las luces delanteras y otro para prender el limpiaparabrisas. Puedo conducir y ser independiente otra vez. Esto fue algo muy importante para mí.
Muchas personas, incluida mi familia, me observaban atentamente para ver cómo me adaptaría a la navegación. Tuve que buscar la manera de hacer funcionar los aceleradores, así que diseñé un artefacto. Ser propietario de una embarcación bastante grande es como ser propietario de otra casa, ya que siempre hay muchas cosas por hacer. Indudablemente es un trabajo que hago por placer.
No empecé a pescar con mosca hasta que llegué a la universidad y fui a una clase y aprendí a atar moscas. Me gusta pescar con mosca porque me da la posibilidad de desconectarme. Puedo ir en busca de un tramo oculto del río y alejarme de la civilización, aunque sea solo por una hora.
Comenzamos a ir a las tiendas del pueblo que tenían equipos adaptados y todo tipo de dispositivos. Te sorprendería saber todo lo que tienen. Tengo un abrelatas para el que solo necesitas usar una mano y abre la lata por ti. Lo que más uso es la tabla para cortar. Tiene dos soportes en la parte de atrás que pueden sostener, por ejemplo, una manzana o cualquier cosa que quiera cortar. El marco para bordar tiene un soporte vertical y una pieza que se coloca debajo de las piernas y con esto puedo bordar sin problemas. Ha sido una experiencia interesante, desafiante y de aprendizaje. No creo que mi minusvalía sea tan grave, realmente.
Francamente, no me siento un minusválido en absoluto. Simplemente he tenido que adaptarme a algunos cambios.
Cuando una persona me dice que no puedo hacer algo, lo tomo automáticamente como un reto. No hay nada que me detenga. Pase lo que pase, siempre hay una manera de llegar a la cima.
Defino mi amputación como una mezcla entre un recorrido tranquilo y, por momentos, una aventura total.