Cuando Andrew se enfermó en cuarto grado, sentí como si me hubiesen cambiado al niño que yo crie por otro totalmente diferente. Durante los primeros 16 años, nadie pudo darnos una respuesta, excepto la de añadir otro medicamento más a la lista y otro diagnóstico diferente para sumar al montón.

En mi peor momento, tuve pensamientos suicidas. Sabía que no podía vivir más de esa manera.

Como último recurso, fuimos a Mayo Clinic.

Cuando la Sra. Kearns me contó que algunos de sus familiares tenían dificultad para tolerar medicamentos, le expliqué que estos tipos de problemas solían ser hereditarios.

La Dra. Sampson me escuchó. Sentí que, por fin, íbamos a encontrar la respuesta a todos los problemas que habíamos enfrentado durante tantos años. Luego de hacer pruebas genéticas, descubrimos que, efectivamente, Andrew no podía procesar los medicamentos de la misma forma que la mayoría de las personas lo hace. Por este motivo, probablemente el nivel de medicamentos en su cuerpo era más elevado, lo que le provocaba más efectos secundarios y hacía que enfermara.

Durante 16 años, nadie supo decirme qué me pasaba. En dos meses, Mayo Clinic lo descubrió y pude recuperar mi vida.

Esperamos que el uso de la tecnología que surgió del Genome Project (Proyecto del Genoma) nos permita seleccionar el mejor medicamento en la dosis correcta para cada paciente, todo el tiempo, como sucedió en el caso de Andrew.

Estamos muy agradecidos con Mayo Clinic. El hecho de que la investigación que Mayo lleva a cabo se integre en la atención médica del paciente le salvó la vida a Andrew y devolvió la felicidad a nuestra familia.

Jan. 27, 2023