Hola, soy Kinser.
Kinser es el niño más travieso que conozco.
Está siempre ocupado con algo.
Cuando nació, era perfecto, supongo que como cualquier otro bebé.
Nació con buena salud, pesó 8 libras y 4 onzas (3,740 kilogramos).
Me gusta jugar de lanzador y de primera base.
La experiencia de miles de diagnósticos cardíacos, procedimientos, innovaciones y colaboraciones en investigación en los últimos 100 años, es lo que permite a Mayo Clinic ayudar a ofrecer respuestas confiables a los pacientes como Kinser y sus familias.
Los resultados de las radiografías de pecho indicaron que su corazón era un poco más grande de lo normal y dijeron que se debía a un problema cardíaco.
Lo ingresaron en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales para cardiología, le hicieron muchísimas pruebas y diría que, en el plazo de unas horas, supimos cuál era el problema. Le diagnosticaron trasposición de las grandes arterias.
Le hicieron un procedimiento de recambio arterial.
Cuando tenía cinco días de vida, me hicieron una cirugía del corazón.
Tenía un hermano pequeño al que le hicieron una cirugía del corazón en Rochester cuando yo tenía un año. En los setenta no había avances tecnológicos como los de ahora. Y no sobrevivió, vivió solo 13 días. Eso era en lo único que pasaba por mi mente: “Dios mío, voy a perder a mi bebé”.
Mi padre y mi madre se sometieron a una cirugía cardíaca en Mayo. Sabíamos que él estaba en el mejor lugar posible. Si no fuera por los médicos, él no estaría aquí ahora.
Quiero que haga todo lo que desee hacer. Que haga cosas de niños.
Él está muy bien.
Acabo de intentar hacer una voltereta hacia atrás desde el trampolín y lo logré. ¡Qué divertido!
Es mi compañero.
Cuando sea grande, quiero trabajar en lo que hace mi papá. Ellos me salvaron la vida.