La preocupación por las variantes, a veces llamadas cepas, del virus que causa la COVID-19 se basa en cómo podría cambiar el virus. Un virus podría ser más efectivo a la hora de infectar a la gente, diseminarse más rápidamente o hacer que la gente enferme aún más.
Cuando un virus infecta a un grupo de personas, el virus se copia a sí mismo. Durante este proceso el código genético puede cambiar aleatoriamente en cada copia. Estos cambios se llaman mutaciones.
Aunque algunas mutaciones no tienen ningún efecto sobre el virus,
otras mutaciones pueden:
Si una mutación modifica la forma en que actúa un virus sobre un grupo de personas, recibe el nombre de variante. Científicos de todo el mundo siguen los cambios en las variantes del virus que causan la COVID-19.
La variante principal en Estados Unidos es la ómicron. Esta variante se disemina con mayor facilidad que el virus original de la COVID-19 y la variante delta. Sin embargo, la variante ómicron parece causar una enfermedad menos grave.
Ómicron tiene algunas ramificaciones importantes, también llamadas sublinajes. Juntas, las variantes de ómicron causan casi todas las infecciones por COVID-19 en Estados Unidos.
Las personas que han recibido todas las vacunas pueden tener infecciones después de haberse vacunado y pueden contagiar el virus a otras personas. No obstante, las vacunas contra la COVID-19 pueden prevenir una enfermedad grave. Para reforzar la protección contra el virus que causa la COVID-19, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan estar al día con las vacunas contra la COVID-19 y con los refuerzos para los que seas elegible.
With
Daniel C. DeSimone, M.D.
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