Bob Thompson: Me llamo Bob Thompson, soy contador público y vivo en Canadá. Fui socio de una empresa contable internacional, pero me separé a principios de los años 80 para establecer mi propio negocio.
Como empresario, aprecio el valor del tiempo. En el ajetreado mundo en el que vivo, parece que las horas nunca son suficientes y siempre busco encontrar un poco más de tiempo para lograr lo que me he propuesto, no solo en los negocios, sino sobre todo en disfrutar la vida misma y mi familia, que es lo más importante.
Toda la vida me ha gustado correr, pero alrededor de 2008 o 2009, empecé a notar que mi pierna derecha se debilitaba y que mi pie giraba hacia adentro y hacia afuera. El problema en la pierna siguió avanzando hasta que ya no pude correr más y el dolor de espalda era constante.
Empezamos en Canadá el proceso de hacer todo tipo de pruebas neurológicas. En el transcurso de dos años, me diagnosticaron varias cosas, desde esclerosis lateral amiotrófica o ELA hasta la enfermedad de Parkinson. Como nunca pudieron llegar realmente al diagnóstico definitivo, íbamos de una a otra cosa.
Mientras tanto, mi hija me decía que en Mayo probablemente estaban los mejores neurólogos del mundo. ¿Por qué no explorarlo?
Dr. Steven W. Ressler, Director de la División de Medicina Interna General, Mayo Clinic en Arizona: Enseguida nos pusimos manos a la obra. Hicimos algunas pruebas diagnósticas. Poco después determinamos que no era realmente un cuadro de ELA y, obviamente, eso fue un gran alivio para él.
Pero algo ocurrió entre tanto y según el dicho, siempre hay que mantener la mente abierta... Encontramos un tumor en la columna vertebral. Poco después fue evidente que si bien el asunto de la pierna derecha era un trastorno menos importante que podía tratarse, lo que se descubrió en la columna vertebral era un problema muy serio.
Bob Thompson: Alguien había visto una mancha en mi espalda en una de las resonancias magnéticas hechas en Canadá en 2009. Cuando volvieron a ver las pruebas recientes, dijeron que no parecía haber crecido, pero que probablemente debían estudiarlo porque era extraño que estuviese allí.
Me preguntaron si en algún momento alguien comentó al respecto, pero respondí que no y que era la primera vez que lo escuchaba.
Programaron, entonces, la cirugía para estudiarlo. Cuando desperté, me dijeron que tenían muy malas noticias: era cáncer.
Dr. Ressler: Una vez confirmado el diagnóstico, había un par de opciones. Dada la situación, Bob decidió regresar a casa para proseguir con la radioterapia y eso algo que realmente podíamos facilitar. En este caso, pudimos diagnosticar algo que sin tratamiento lo habría dejado paralizado. En cambio, él pudo regresar a casa y recibir radioterapia allí durante los meses siguientes.
Bob Thompson: La radioterapia se hizo en Canadá. Pero coincidió que mientras estaban en eso, detectaron otro problema en mi tiroides, y resultó que también tenía cáncer allí. No me podían operar oportunamente en Canadá porque allí se clasifican los tipos de cáncer según la prioridad, y no se considera que el cáncer de tiroides sea agresivo. Por lo tanto, la cirugía no podía ser antes de tres a cuatro meses, al menos. Anímicamente, es casi imposible imaginar estar tres o cuatro meses esperando a que se lleve a cabo.
Así que llamé al Dr. Ressler y me dijo que en Mayo podían hacerlo. Diez días después me operaron.
Dr. Ressler: En este caso, gracias a no tener prisa, a tomarnos el tiempo, a no apresurar la visita inicial ni la de seguimiento, a contar con radiólogos y otros miembros del equipo que también tenían el tiempo para hacer las cosas deliberadamente, retomamos un asunto muy sutil y pudimos evitarle muchos dolores de cabeza a la larga.
Bob Thompson: Por alguna razón, siempre sentí que iba a estar bien. Aún me es difícil hablar de ello.
Mayo Clinic me dio una nueva oportunidad para vivir. Creo que mi futuro es participar en la comunidad con mis nietos, mis hijas y mi hijo. Solo la idea de poder seguir haciéndolo durante otros 20 o 30 años es una experiencia que no puedo imaginar perderme.