Diagnósticos

Para diagnosticar la reservoritis, es probable que el profesional de atención médica primero revise los antecedentes médicos y realice un examen físico.

Para confirmar el diagnóstico, podrían realizarse pruebas como las siguientes:

  • Análisis de laboratorio. Análisis de sangre para descartar otras enfermedades. Se podrían hacer análisis de heces para revisar si hay infecciones. Los resultados pueden ayudar a determinar qué tipo de antibióticos son más adecuados para el tratamiento.
  • Endoscopia. En la endoscopia, se utiliza una cámara diminuta ubicada en el extremo de una sonda flexible para examinar visualmente el reservorio ileal. Durante una endoscopia, se podría extraer una muestra de tejido, denominada biopsia, para su análisis.
  • Obtención de imágenes. Un profesional de atención médica podría recomendar una prueba por imágenes, como una resonancia magnética o una tomografía computarizada, para identificar la causa de los síntomas.

Tratamientos

Antibióticos

Los antibióticos son el tratamiento más común para la reservoritis. La mayoría de las personas se recupera en 1 o 2 días tras iniciar el tratamiento con antibióticos y no vuelve a presentar reservoritis. El tratamiento completo suele durar de 10 a 14 días, aunque a veces se necesitan cursos más largos.

Las personas con brotes regulares de reservoritis podrían requerir terapia de mantenimiento con antibióticos. Es posible que usar probióticos ayude a prevenir la recurrencia de la reservoritis.

Cirugía

En ocasiones poco frecuentes, la reservoritis no responde al tratamiento diario. En esos casos, es posible que los cirujanos tengan que extirpar el reservorio y realizar una ileostomía permanente.