Diagnóstico
Las pruebas y los procedimientos utilizados para diagnosticar la leucemia linfocítica aguda comprenden:
- Análisis de sangre. Los análisis de sangre pueden revelar una cantidad muy alta o muy baja de glóbulos blancos e insuficientes glóbulos rojos y plaquetas. El análisis de sangre también puede indicar la presencia de blastocitos (células inmaduras que normalmente se encuentran en la médula ósea).
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Análisis de médula ósea. Para hacer la aspiración y la biopsia de médula ósea, se utiliza una aguja que permite extraer una muestra de médula ósea del hueso de la cadera o del esternón. La muestra se envía a un laboratorio para analizar si tiene células de leucemia.
Los médicos del laboratorio clasificarán las células sanguíneas en tipos específicos según su tamaño, forma y otras características genéticas o moleculares. También buscan ciertos cambios en las células cancerosas y determinan si las células de leucemia se originaron en linfocitos B o T. Esta información ayuda a que los médicos elaboren un plan de tratamiento.
- Pruebas por imágenes. Las pruebas por imágenes, como las radiografías, las tomografías computarizadas o las ecografías, pueden ayudar a determinar si el cáncer se diseminó al cerebro y la médula espinal o a otras partes del cuerpo.
- Prueba de líquido cefalorraquídeo. Para recoger una muestra de líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal), puede usarse una prueba de punción lumbar, también denominada "punción medular". La muestra se analiza para determinar si las células cancerosas se propagaron al líquido cefalorraquídeo.
Determinar tu pronóstico
El médico utiliza la información obtenida de estas pruebas y procedimientos para determinar tu pronóstico y decidir entre las opciones de tratamiento. Aunque para otros tipos de cáncer se usan etapas numeradas para indicar el grado de propagación, no se usan etapas para la leucemia linfocítica aguda.
En cambio, la gravedad de la afección se determina mediante:
- El tipo de linfocitos presentes (células B o células T)
- Los cambios genéticos específicos presentes en las células de leucemia
- Tu edad
- Los resultados de los análisis de laboratorio, como la cantidad de glóbulos blancos detectados en una muestra de sangre
Tratamiento
En general, el tratamiento para la leucemia linfocítica aguda se compone de fases separadas:
- Terapia de inducción. El propósito de la primera fase del tratamiento es destruir la mayor cantidad de células de leucemia de la sangre y la médula ósea y restaurar la producción de células sanguíneas normales.
- Terapia de consolidación. Esta fase del tratamiento, también llamada terapia posremisión, tiene por objeto destruir la leucemia restante en el organismo.
- Terapia de mantenimiento. La tercera fase del tratamiento evita que vuelvan a crecer células de leucemia. Los tratamientos utilizados en esta etapa con frecuencia se administran en dosis mucho más bajas durante un período prolongado, a menudo, por años.
- Tratamiento preventivo de la médula espinal. Durante cada fase de la terapia, las personas con leucemia linfocítica aguda pueden recibir tratamiento adicional para destruir las células de leucemia ubicadas en el sistema nervioso central. En este tipo de tratamiento, los medicamentos de quimioterapia a menudo se inyectan en el líquido que recubre la médula espinal.
Según el caso, las fases del tratamiento para la leucemia linfocítica aguda pueden abarcar de dos a tres años.
Estos son algunos de los tratamientos:
- Quimioterapia. La quimioterapia, que utiliza medicamentos para destruir las células cancerosas, suele usarse como terapia de inducción en niños y adultos con leucemia linfocítica aguda. Los medicamentos de quimioterapia también pueden utilizarse en las fases de consolidación y mantenimiento.
- Terapia dirigida. Los tratamientos con medicamentos con diana específica se enfocan en anomalías específicas presentes dentro de las células cancerosas. Al bloquear las anomalías, este tipo de tratamientos puede producir la muerte de las células cancerosas. Se analizarán tus células cancerosas para ver qué terapia dirigida podría ser útil para ti. La terapia dirigida puede usarse sola o en combinación con quimioterapia para la terapia dirigida, la terapia de consolidación o la terapia de mantenimiento.
- Radioterapia. La radioterapia emplea haces de alta potencia, como los rayos X o los protones, para destruir las células cancerosas. Si las células cancerosas se propagaron al sistema nervioso central, el médico podría recomendar radioterapia.
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Trasplante de médula ósea. El trasplante de médula ósea, también conocido como trasplante de células madre, puede utilizarse como terapia de consolidación o para tratar una recaída si se produce. Este procedimiento permite que una persona con leucemia produzca nuevamente una médula ósea sana mediante el reemplazo de la médula ósea con leucemia por médula sin leucemia proveniente de una persona sana.
El trasplante de médula ósea comienza con dosis altas de quimioterapia o radiación para destruir la médula ósea que produce la leucemia. Luego, se reemplaza por médula ósea de un donante compatible (alotrasplante).
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Ingeniería de células inmunes para combatir la leucemia. Un tratamiento especializado llamado terapia con linfocitos T con receptor quimérico para el antígeno toma las células T que combaten los gérmenes de tu cuerpo, las diseña para combatir el cáncer y las infunde de nuevo en tu cuerpo.
Esta terapia puede ser una opción para niños y jóvenes. Podría utilizarse como terapia de consolidación o para tratar una recaída.
- Ensayos clínicos. Los ensayos clínicos son experimentos para evaluar nuevos tratamientos oncológicos y nuevas formas de aplicar los tratamientos existentes. Si bien los ensayos clínicos les ofrecen a ti o a tu hijo la posibilidad de probar el tratamiento oncológico más novedoso, los beneficios y los riesgos del tratamiento pueden ser inciertos. Habla sobre los beneficios y los riesgos de los ensayos clínicos con tu médico.
Tratamiento para adultos mayores
Los adultos mayores, es decir, las personas de más de 65 años, tienden a experimentar más complicaciones con los tratamientos. Además, generalmente tienen peor pronóstico que los niños que reciben tratamiento para la leucemia linfocítica aguda.
Analiza las opciones con el médico. Según tu estado de salud general, tus objetivos y tus preferencias, puedes optar por someterte a un tratamiento para la leucemia.
Es posible que algunas personas escojan abstenerse del tratamiento para el cáncer y, en cambio, se centren en tratamientos que mejoren los síntomas y las ayuden a aprovechar lo mejor posible el tiempo que les queda.
Medicina alternativa
No se han comprobado tratamientos alternativos que curen la leucemia linfocítica aguda. No obstante, algunas terapias alternativas pueden ayudar a aliviar los efectos secundarios del tratamiento oncológico y hacer que tú o tu hijo se sientan más cómodos. Habla con el médico sobre tus opciones, pues algunas terapias alternativas podrían interferir en los tratamientos oncológicos, como la quimioterapia.
Los tratamientos alternativos que pueden aliviar los síntomas comprenden:
- Acupuntura
- Ejercicio
- Masoterapia
- Meditación
- Actividades de relajación, como yoga y taichí
Estrategias de afrontamiento y apoyo
El tratamiento de la leucemia linfocítica aguda puede ser un largo camino. A menudo dura de dos a tres años, aunque los primeros meses son los más intensos.
En las fases de mantenimiento, los niños a menudo pueden llevar una vida relativamente normal y volver a la escuela. En cuanto a los adultos, es posible que puedan continuar trabajando. Para ayudarte a afrontarlo, intenta lo siguiente:
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Infórmate lo suficiente sobre la leucemia para que te sientas cómodo al tomar decisiones relacionadas con el tratamiento. Pídele al médico que anote toda la información posible sobre tu enfermedad específica. Luego, reduce la búsqueda a la información pertinente.
Anota las preguntas que desees hacerle al médico antes de cada cita y busca información en la biblioteca local y en Internet. Las fuentes válidas comprenden el Instituto Nacional del Cáncer (National Cancer Institute), la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer (American Cancer Society) y la Sociedad de Lucha contra la Leucemia y el Linfoma (Leukemia & Lymphoma Society).
- Apóyate en todo el equipo de atención médica. En los principales centros médicos y centros oncológicos pediátricos, el equipo de atención médica puede comprender psicólogos, psiquiatras, terapeutas recreativos, trabajadores infantiles, docentes, dietistas, capellanes y trabajadores sociales. Estos profesionales pueden ayudar con diversos problemas, entre ellos, explicar los procedimientos a los niños, obtener asistencia económica y organizar el alojamiento durante el tratamiento. No dudes en confiar en su experiencia y pericia.
- Explora programas para niños con cáncer. Los principales centros médicos y grupos sin fines de lucro ofrecen numerosas actividades y servicios específicamente para niños con cáncer y sus familias. Algunos ejemplos son campamentos de verano, grupos de apoyo para hermanos y programas para cumplir deseos. Pregúntale a tu equipo de atención médica sobre los programas que hay en tu zona.
- Ayuda a familiares y amigos a entender tu situación. Crea una página web gratuita y personalizada en el sitio web sin fines de lucro CaringBridge. Esto te permitirá notificar a toda la familia sobre las citas, tratamientos, contratiempos y motivos para celebrar, sin el estrés de tener que llamar a todos por teléfono cada vez que haya alguna novedad.
Preparación para la consulta
Pide una cita con tu médico de cabecera si tú o tu hijo presentan signos y síntomas que te preocupan. Si el médico sospecha que sea leucemia linfocítica aguda, es probable que te remita a un médico especialista en el tratamiento de enfermedades y afecciones de la sangre y la médula ósea (hematólogo).
Debido a que las citas pueden ser breves y a que generalmente hay mucha información de la que hablar, es una buena idea estar preparado. A continuación, encontrarás información que te ayudará a prepararte, junto con lo que puedes esperar del médico.
Qué puedes hacer
- Ten en cuenta cualquier restricción previa a la cita. Cuando programes la cita, asegúrate de preguntar si hay algo que debas hacer con anticipación, como restringir tu dieta.
- Anota los síntomas que tengas, incluidos aquellos que quizás no parezcan relacionados con el motivo de la cita.
- Anota información personal clave, como episodios de estrés importantes o cambios recientes en tu vida.
- Haz una lista de todos los medicamentos, las vitaminas o los suplementos que tomes.
- Considera pedirle a un familiar o a un amigo de confianza que te acompañe. En ocasiones, puede ser difícil recordar toda la información que se proporciona durante una cita. La persona que te acompañe puede recordar algún detalle que hayas pasado por alto u olvidado.
- Escribe preguntas para hacerle al médico.
Tu tiempo con el médico es limitado; por eso preparar una lista de preguntas puede ser útil para aprovechar al máximo el tiempo juntos. Organiza tus preguntas por orden de importancia en caso de que se acabe el tiempo. En el caso de la leucemia linfocítica aguda, algunas preguntas básicas para hacerle al médico son:
- ¿Cuál es la causa probable de estos síntomas?
- ¿Cuáles son las otras causas posibles de estos síntomas?
- ¿Qué tipo de pruebas se necesitan?
- ¿Esta enfermedad suele ser temporal o crónica?
- ¿Cuáles serían las mejores medidas para tomar?
- ¿Cuáles son las alternativas al enfoque principal que me indican?
- ¿Cuál es la mejor manera de tratar otras enfermedades existentes cuando tienes leucemia linfocítica aguda?
- ¿Hay restricciones que deba respetar?
- ¿Tengo que ver a una especialista? ¿Cuánto costará? ¿Lo cubrirá mi seguro médico?
- ¿Existe alguna alternativa genérica al medicamento que me receta?
- ¿Hay algún folleto u otro material impreso que pueda llevarme? ¿Qué sitios web me recomienda?
- ¿Qué determinará si debo programar una visita de seguimiento?
Además de las preguntas que preparaste para hacerle al médico, no dudes en hacerle otras preguntas.
Qué puedes esperar del médico
Es probable que el médico te haga varias preguntas. Estar listo para responderlas puede darte un margen de tiempo para revisar los puntos en los que quieres enfocarte. El médico podría hacerte estas preguntas:
- ¿Cuándo comenzaron los síntomas?
- ¿Son continuos u ocasionales?
- ¿Son intensos?
- ¿Existe algo que, al parecer, los mejore?
- ¿Existe algo que, al parecer, los empeore?
Qué puedes hacer mientras tanto
Evita actividades que parezcan empeorar los signos y síntomas. Por ejemplo, si tú o tu hijo se sienten fatigados, intenten descansar más. Determina qué actividades diarias son más importantes y concéntrate en cumplir con esas tareas.